lunes, 9 de junio de 2008

Evo representa el mestizaje

Entrevista a Alejandro Landes,

director del documental “COCALERO”

Nacido en San Pablo y criado en Ecuador, el cineasta siguió paso a paso el ascenso de Evo Morales a la presidencia: su film se vio en Sundance y estará en el festival de Mar del Plata.
Alejandro Landes se asomó al mundo del cine a través de una mirada al presidente de Bolivia, Evo Morales, cuando todavía no era el máximo representante político de ese país, sino que estaba en plena campaña electoral. Con 26 años, Landes –nacido en San Pablo, Brasil, y criado en Ecuador– siguió al líder cocalero en el camino que lo llevó a la presidencia bajo las ideas de una sostenida defensa del cultivo de la hoja de coca y de los recursos naturales, la nacionalización de los hidrocarburos y la abolición del sistema neoliberal. El 18 de diciembre de 2005, Evo Morales ganó las elecciones presidenciales con un demoledor 53,7% de los sufragios y se convirtió en el primer mandatorio indígena de Bolivia. Landes registró 120 horas de material audiovisual entre el 1º de octubre de 2005 y el 22 de enero de 2006. Así nació Cocalero, un documental que refleja el camino al poder de Evo Morales y el mundo de los cocaleros. El largometraje fue presentado hace dos semanas en el Festival de Sundance, Estados Unidos, y se estrenará en Argentina durante la próxima edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La productora de Cocalero es la argentina Julia Solomonoff, directora de Hermanas.
En diálogo con Página/12, Landes comenta que la historia personal de Evo Morales “entretejía varias historias de la región. Por ejemplo, tenía un componente racial, ya que él sería el primer presidente indígena en Bolivia, tenía un componente de la política estadounidense hacia América latina en términos de la lucha contra las drogas y su violencia. Y también el dinero que estaba en juego en Bolivia por las reservas masivas de gas, haciendo de Bolivia una especie de campo de batalla regional”.
–¿Qué aspectos de Evo Morales buscó reflejar?
–Evo es el primer presidente indígena que llega al poder en Bolivia. Sin embargo, su forma política de ser reivindica una tradición más mestiza. O sea, Evo no se viste con plumas y poncho. Evo se viste con jeans y zapatillas, se pone la camiseta del Real Madrid. Reivindica, quizás, una tradición más mestiza. Lo interesante de eso es que, al fin y al cabo, Bolivia sólo tiene futuro en el mestizaje, como la mayoría de la región. Bolivia nunca va a ser totalmente indígena. Bolivia nunca va a ser totalmente blanca o europea. Bolivia sólo tiene futuro en el mestizaje y, de alguna manera, Evo representa eso. Te das cuenta en el documental de que él usa el español antes que cualquier cosa, no habla el aymara o el quechua fluidos. El llega al poder con un discurso más sindicalista nacionalista que indigenista. Y eso para mí fue la parte más interesante de la historia.
–Teniendo en cuenta que se trata de un personaje público muy importante, ¿cómo fue el rodaje y qué particularidades tuvo?
–Lo interesante es que cuando yo llegué a Bolivia, el 1º de octubre de 2005, Evo Morales era una figura importante pero tampoco era tan conocido. Y en ese momento sólo estaba viajando en un auto por su país con su chofer Javier (que es un personaje en el documental) y su secretaria Janet. Y el viaje era hasta tranquilo, digamos, y pequeño. Dos meses después, se volvió en un convoy de treinta autos, con prensa a todos lados del mundo. Empezó muy pequeño y creo que eso es lo interesante. Recuerdo que cuando yo estaba buscando financiación para comprar un equipo e ir a filmar, andaba en mis reuniones con una hoja impresa de la cara de Evo porque en ese momento nadie sabía quién era. Sólo tres meses después, el tipo estaba en la portada del New York Times, del L.A. Times, etcétera.
–¿Coincide con la opinión de buena parte de la opinión pública de que el hecho de que Evo Morales haya vivido en la pobreza le permite tener mayor sensibilidad política?
–Bolivia es el país más pobre de Sudamérica y Evo representa a esa mayoría. Sin dudas, romper los tabúes raciales, económicos y sociales que se tuvieron que romper para que Morales llegue al poder es un paso importante en el país y en la región. Y yo espero que, a través de los años, sea también importante que el discurso de un futuro presidente en la campaña ya no sea una discusión racial, de origen, de color de piel o de idiomas, sino más bien de ideas.
–¿Cuál es su posición respecto de la opinión que existe de que, dentro del arco progresista de los nuevos gobiernos de América latina, el de Evo Morales es uno de los que está más a la izquierda?
–A mí se me complica un poquito mirar las cosas de derecha o de izquierda. Por lo que yo vi, Evo Morales no es un líder no ideológico sino pragmático. Lo que está buscando hacer es darle la mejor oportunidad a la gente que, en algún momento, vivió una circunstancia que tenía él. Ahora, si él logra hacer eso o no está en sus hombros. Yo no puedo verdaderamente saberlo. Sí creo que es un líder pragmático.
–Existe una disputa entre Washington, que históricamente buscó erradicar la hoja de coca, y los cocaleros, que defienden su derecho al cultivo de la planta. ¿Cómo está reflejada esta problemática en su documental?
–Más que nada de una manera muy humana. Una de las coprotagonistas de la historia es Leonilda Zurita. El documental entreteje dos historias. Por un lado, tiene la historia personal e íntima de Evo y, por otro lado, tiene a Leonilda, que sirve como guía al mundo sindical cocalero que es la base de poder de Evo. Lo que se ve en el documental es que Evo nace de la violencia estadounidense en la temática de las drogas en Bolivia. Evo es un hijo de la violencia norteamericana que se ha llevado a cabo en la lucha contra las drogas en Bolivia. Para decirlo rápidamente: hay indígenas aymaras y quechuas desparramados por el monte a principios de los ’80 buscando mejorar su calidad de vida plantando coca, que paga quizás un poquito más que una piña o una naranja en la selva del Chapare en Cochabamba. Los norteamericanos deciden resolver su problema de consumo local a través de erradicar la hoja de coca en un lugar remoto. Llevan a cabo una erradicación bastante violenta que causa que esta gente trascienda o se muera. O sea, se empiezan aglutinar, a formar, a educar, a preparar y a organizar. Eventualmente, veinte años después ponen a uno de ellos en la presidencia de la República. Entonces, yo no quiero caer en frases de cajón, pero lo que no te mata te hace más fuerte, que es un poco lo que pasó en este caso. Estas políticas antidrogas de erradicación forzosa en el Chapare llevaron a los cocaleros a organizarse en un sindicato que los ayudaba a sobrevivir y los protegía. Este sindicato quizá nunca hubiese llegado a organizarse si no fuese por la violenta represión norteamericana
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Oscar Ranzani

Publicado en Pagina 12

4 de Febrero de 2007

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